domingo, 3 de abril de 2011

Sobre finales y vendedores

Mañana, lunes 4 de Abril, se dirán a los finalistas del concurso de blogs. Espero yo estar entre ellos, me haría mucha ilusión.

Por otra parte, mañana, 4 de Abril, quedan 5 días para mi cumpleaños.

¡Viva yo!

Cumpliré 23 y eso no me hace muy feliz. Como mujer me criaron con la ideología de la edad y desde ahora en adelante me voy a quedar con 23 hasta los 40.

Sé que anteriormente he escrito poco, pero eso se debe a que me la he pasado enferma y cuando uno se enferma se le quitan las ganas hasta de ver televisión (y eso que no soy fanática de la televisión).

Ahora vamos hablar sobre los vendedores en Guayaquil.

¿Quién no se ha encontrado en el centro a estos vendedores, ya sean ambulantes o no, forzando una venta?

Ellos tienen su excusa y eso ‘sobrevivir’.

Pero por otro lado, nosotros, los supuestos compradores no necesitamos lo que ellos venden.

Hay casos en que los vendedores amenazan con tal de que le compres, como el caso que todos saben pero igual nunca denuncian, lo vendedores de dulces y chocolates en los buses de la ciudad. Muchas veces, uno sube a un bus y estos vendedores ingresan con su cantarina voz repartiendo su mercancía y buscando una venta, ¿Qué pasa cuando le devuelves la mercancía?... Una vez un chico dijo “sino me compran como esperan que no les robe”.

El miedo es grande y ellos lo saben, con esas palabras se aseguran una venta y nosotros, al comprarle, la seguridad.

Pero… hemos ahí otro caso de inseguridad social. Ya no somos libres de comprar lo que queremos, sino obligados a comprar por nuestra seguridad.

Hace un año, en la feria de Duran, fui con mi familia a ver que había de bueno y de nuevo (cabe recalcar que cada vez la feria va de mal en peor, este año no voy a ir ya que ni vale la pena). Una señora se acerco a vendernos los boletos, nosotros no quisimos comprarle, ni que decir que esa señora nos acoso todo el tiempo gritándonos para que le compráramos los boletos siendo que más barato es en la boletería, dijimos que no amablemente, denegamos a cada rato, hasta que mi padre dijo que no le compraría boletos y que por favor nos dejara en paz, la señora nos comenzó a gritar diciendo que la matábamos de hambre, que ella así sobrevivía, que vendía los boletos porque se ganaba 10 centavos con cada boleto vendido, etc., etc., etc.… ni un solo guardia nos ayudo con esta falta de respeto de parte de la vendedora.

Uno es el comprador, tiene derecho a decidir dónde va a gastar el dinero, no pueden venir y obligarnos a comprar donde no queremos y a quienes no queremos, como compradores buscamos la conveniencia, no la seguridad, mucho menos el miedo no va a hacer comprar.

Ahora, si no hay quienes defiendan a los ciudadanos de estos vendedores que con la excusa de que se ganan la vida te obligan a comprarles bajo amenaza, ¿Qué puede esperar uno al salir a la calle?

Esto es uno de los peores casos de inseguridad.

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